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Descubrir la VIDA: Relato

Por un momento creyó que la bandeja volaría por los aires y terminaría con el vaso de leche desparramado en el piso. Y la reprimenda salió incontrolable de su boca, aunque sin dejar de lado la suave ternura que el pequeño le provocaba.
- ¡Emi! ¡Ya! Deja de saltar, niño y siéntate a tomar la merienda, dijo apoyando la bandeja sobre la mesa.
Criatura dulce su Emmanuel, imagen de su hijo en miniatura. Bello e inquieto, con la luz propia de sus 5 años. Con la inocencia de su vida recién iniciada y la curiosidad a flor de piel.
Sus horas se alargaban y comenzaban a tener otro color ante la expectativa de la visita de su nieto. Mañana viene Emmanuel, se decía. Mañana pasará el día conmigo. Mañana habrá sol y risas y juegos y felicidad.
Mañana viene Emmanuel de visita.
Y la noche se hacía interminable por la espera del amanecer. Y la mañana no avanzaba más que minuto a minuto. Y las 10 en el reloj no se marcaban nunca.
Y Emmanuel llegaba, con sus pantalones para jugar, inmensos, llenos de bolsillos, su camisa leñadora con cuadros rojos y azules y su cara llena de risa.
Ella se deshacía en atenciones, le preparaba su comida más rica. Se tiraba en el piso a jugar a "la lucha", o saltaba atajando la pelota en un partido de futbol de a dos.
Por ese día, volvía a ser niña. Volvía a ser inocente. Volvía a descubrir la vida.

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